He salido a comer y cenar con la pareja o la familia, pero hacía mucho tiempo que no quedaba con amigos para cenar. Desde la pandemia, entre unas cosas y otras, todos los planes se fueron posponiendo. Y es cierto que tampoco es que sea una persona con mucha vida social, además de que teletrabajo desde hace años. Así que fui poco a poco aislándome y perdí casi todo el contacto con buena parte de mis amigos.
Pero en los últimos tiempos estuve recibiendo unas cuántas ofertas para ir a cenar con un grupo de amigos de un grupo de lectura que había dejado hace años. Pero, por diferentes razones, no podía asistir cada vez que me invitaban hasta que por fin se aliaron los astros para una cena. Pero, espera un momento, ¿una mariscada? ¿Mi primera cena después de tanto tiempo iba a ser una mariscada?
No sé muy bien qué se celebraba, quizás yo salía por fin de mi “agujero” pero me tenían una mariscada esperando en un restaurante conocido por su pescado y marisco. Tienen algún distribuidor de necora congelada para hosteleria especializado que, según parece, ofrece lo mejor de la ciudad. Así que me aseguré antes de llegar de tener suficientes fondos en mi cuenta corriente. Porque no sé muy bien cómo íbamos a salir de allí.
La cuestión es que me costó entrar en ambiente. Cuando llevas tanto tiempo sin pasar tiempo con un grupo grande de personas, cuesta arrancar. Tantas conversaciones cruzadas, tantas risas y recuerdos que yo no sabía muy bien a quién hacer caso, hasta que llegó la comida, claro. Entonces pude comprobar que, efectivamente, ese famoso distribuidor de nécora congelada para hostelería tenía su popularidad por algo. Y así pude ir entrando en materia.
Porque no soy el más habilidoso socialmente, pero si se trata de comer marisco, me conozco todos los trucos porque vengo del norte y allí sabemos comer marisco. Bueno, y de todo. Y a medida que avanzaba la cena me di cuenta de lo que necesitaba de vez en cuando veladas como esta para descongestionar.