Hace apenas unas semanas que mi rutina cambió por completo. El despertador suena bastante antes, cojo el coche cada mañana, pero me levanto con una energía distinta: la de empezar mi etapa como aprendiz en una carpintería de aluminio y pvc Padrón. Siempre me había llamado la atención el trabajo manual, crear cosas útiles, y después de darle vueltas y buscar oportunidades, surgió esta posibilidad y no me lo pensé dos veces. ¡Aprender un oficio de verdad!
El primer día que entré al taller, reconozco que me impresionó un poco. El espacio es grande, lleno de maquinaria que impone respeto y perfiles largos de aluminio y PVC apilados. El ruido es constante: la sierra cortando, el taladro, a veces el compresor… Y ese olor característico a metal cortado y a los selladores. Es un ambiente muy diferente a cualquier cosa que hubiera conocido antes, muy dinámico.
Me recibieron bien, la verdad. El jefe me presentó al equipo, gente seria trabajando pero que se ve que saben muchísimo. Quien me está enseñando más directamente es Manuel, uno de los oficiales con más experiencia. Tiene una paciencia increíble conmigo. De momento, mis tareas son las típicas de aprendiz: mantener el orden y la limpieza en la zona de trabajo, clasificar y mover material, alcanzar herramientas, observar mucho, muchísimo, y preguntar todo lo que no entiendo. Poco a poco, ya me dejan hacer cosas más concretas, como ayudar a medir, cortar algún perfil sencillo con la tronzadora (siempre bajo supervisión estricta, claro) o empezar a familiarizarme con el ensamblaje de los marcos de una ventana.
Cada día aprendo algo nuevo. Es fascinante ver cómo esas barras de material bruto se transforman en ventanas perfectamente ajustadas, puertas correderas o incluso cerramientos complejos para galerías. Requiere precisión, atención al detalle y conocer bien los materiales y las herramientas. A veces me equivoco, claro, pero me corrigen y me explican el porqué.
Aunque termino el día cansado físicamente, con las manos sucias y a veces con algún pequeño rasguño, siento una satisfacción enorme. Saber que estoy aprendiendo un oficio práctico, útil y con demanda, aquí en Padrón, trabajando con las manos y viendo resultados tangibles cada día, me motiva muchísimo. Sé que me queda un larguísimo camino por recorrer, pero estoy contento y con ganas de seguir absorbiendo todo el conocimiento posible en este taller.