Muchas parejas se preguntan cuanto cuesta un diagnostico genetico preimplantacional. La respuesta es que no es precisamente una prueba barata, pero es muy necesaria en ciertos casos. Haciendo un repaso a los precios que ofrecen algunas clínicas nos encontramos con que la primera visita, con la revisión ginecológica, puede rondar los 100 euros. Tras esto, si se decide seguir adelante, el diagnóstico de cada embrión puede costar alrededor de los 1.000 euros y si se encuentra el adecuado para una fecundación in vitro, esta puede costar, de media, unos 5.000 euros.
El precio final de todo el proyecto va a depender de muchos factores, por ejemplo, del número de embriones que sea necesario estudiar hasta encontrar el adecuado y, además, el número de fecundaciones necesarias hasta que se tiene éxito en el embarazo. Hay que tener en cuenta que muchas mujeres necesitan realizarse varias veces las técnicas de fecundación hasta que el feto queda bien implantado y el embarazo llega a buen término. Por este motivo, lo normal es que este tipo de tratamientos tengan una buena financiación.
Muchas parejas que recurren al diagnóstico genético preimplantacional lo hacen porque han tenido malas experiencias con una anterior fecundación in vitro y quieren asegurarse de que el embrión que se implanta es el más compatible y el que tiene más posibilidades de salir adelante. Pero en la mayoría de los casos el problema es diferente, se trata de que hay alguna enfermedad de carácter genético por parte de uno de los miembros de la pareja y saben que dicha enfermedad puede ser hereditaria.
Sin embargo, no tiene por qué afectar a todos los fetos, por lo que realizando este estudio se pueden encontrar aquellos que están libres de la herencia genética defectuosa, procediendo a implantarlos para su gestación. Es la forma de asegurarse de que el bebé será un niño sano y que no nacerá condenado a sufrir una enfermedad de carácter genético.
Para poder realizar esta prueba se lleva a cabo un proceso de inseminación artificial in vitro. Los fetos resultantes son los que se analizan extrayéndoles una pequeña muestra de células y conservándolos posteriormente crionizados. Tras los resultados, es cuando se realiza el implante del feto en el vientre de la madre para que pueda desarrollarse mediante un embarazo totalmente normal. Si todo sale bien, a los nueve meses los padres tendrán un hijo sano que nacerá sin rastro de la enfermedad.