Joyería y bisutería comparten una industria en España, pero sus diferencias son mayores que sus similitudes. Según la Real Academia de la Lengua, el «arte u oficio de hacer joyas» define el término joyería, mientras que la bisutería forma parte de un mercado «que produce objetos de adorno, hechos de materiales no preciosos». Quedan claros dos aspectos diferenciales: la preciosidad de los materiales y la distinción entre joya y adorno que establecen las Academias de la lengua española.
Las Joyas Antora en vigo, Lotus, Viceroy y de otras firmas de prestigio pertenecen al primer grupo: la joyería. Así lo demuestra el uso de metales nobles, esmaltes y piedras naturales, frente al empleo de materiales convencionales y asequibles (plástico, madera, pedrería sintética, etcétera) que prefieren los bisuteros.
La menor calidad de los materiales utilizados en bisutería explica su precio económico. Lógicamente, la marca y su prestigio pueden ‘inflar’ la etiqueta de precio con su sola presencia en casos como los de Adolfo Dominguez o Calvin Klein, cuya bisutería se comercializa por encima del precio medio del sector. Por su parte, no toda la joyería se vende por cifras tan escandalosas como el catálogo de Swarovski, pero su horquilla de precios se aleja considerablemente del de cualquier diseñador de bisutería.
Al margen del precio y del material, la joyería se distingue por brindar una mayor exclusividad en sus diseños, algunos de los cuales se inspiran en celebridades o forman parte de colecciones limitadas. En cambio, la bisutería se manufactura en grandes tiradas, generalmente sin la intervención de orfebres artesanos.
El carácter artesanal de la factura de piezas joyeras garantiza una larga vida útil. Así, determinados anillos, collares y broches pasan de generación en generación, pasando así el testigo de la elegancia y del valor sentimental que estas piezas únicas representan. Debido a la menor calidad de sus materiales y un menor cuidado en su diseño, la bisutería tiene una menor durabilidad.