De aro, de candelabro, trepadores, etcétera: los pendientes de oro están disponibles en una amplia variedad de diseños, pero no todos cosechan el mismo éxito. A impulso de las nuevas generaciones, los pendientes earcuff o sin agujero son tendencia en el sector joyero, aunque más que una novedad, son un revival, en toda regla, pues estas creaciones ya vivieron una edad dorada en la década de los noventa.
De hecho, los earcuffs se originaron en la India y fueron introducidos en la moda europea a principios del siglo pasado. Se trata de un pendiente de reducido tamaño, sin perforación y con un diseño que permite ajustarlo a la oreja, ya sea al cartílago o al lóbulo. A menudo se remata con piedras preciosas, cadenitas y otros adornos vistosos.
Aparte de sus cualidades estéticas, los pendientes tipo earcuff están ganando terreno en el mercado por su comodidad. Se adaptan a orejas de diversa morfología, sin causar dolor ni molestias —a condición de que sean removidos antes de dormir, como es lógico.
Además, los earcuffs son fáciles de combinar de vestidos formales y casuales, incluyendo complementos como bolsos, sombreros, bufandas, etcétera. En este sentido no se diferencian de otras joyas, siendo el mayor riesgo de pérdida su única desventaja.
Otra clave para entender el fenómeno de los earcuffs es su adopción por parte de las celebridades. Actrices y modelos de primer nivel como Cara Delevingne o Angelina Jolie han posado con estos pendientes.
Por otra parte, los earcuffs ponen fin a un debate cada vez más presente en la sociedad actual sobre la conveniencia de practicar agujeros en el lóbulo a edades tempranas. En el Reino Unido, una petición logró sumar a treinta y seis mil firmantes que juzgaban esta operación como poco ética o perjudicial para la salud infantil. Apostar por un earcuff significa disfrutar de todas las ventajas de un pendiente tradicional, sin la obligación de practicarse una perforación en la oreja.