La pandemia ha traído consecuencias muy diversas en nuestras vidas. No todas han sido negativas ya que, por ejemplo, hemos descubierto que el teletrabajo es posible en nuestro país o que todos tenemos a un panadero dentro esperando a ser descubierto. Pero tras tanto tiempo, quién más y quién menos comienza a estar ya cansado de restricciones, mascarillas, miedos o incluso de afrontar pérdidas que sienten que no deberían de haberse producido.
Muchas personas que jamás se habían planteado pasar por la consulta de un psicólogo han comenzado a preguntar por las tarifas psicólogos en Pontevedra y otras ciudades o directamente han levantado el teléfono para solicitar cita. Y el perfil de los que acuden a estas consultas es muy diverso.
En algunos casos, se trata de gente muy joven con depresiones debidas a la falta de vida social o a la ruptura que la pandemia ha provocado en su estilo de vida. No hay duda de que dos años en la vida de un joven en la adolescencia no tienen nada que ver con ese periodo en la vida de un adulto de mediana edad. Para un adolescente no poder relacionarse con su círculo más cercano es muy duro y no poder hacerlo de manera habitual durante tanto tiempo, acaba dejando secuelas.
Las personas con problemas de salud o muy aprensivas, han desarrollado en algunos casos una fobia a salir de casa. Se han sentido tan seguros durante el confinamiento que el hecho de tener que comenzar a salir hace que se sientan muy expuestos y tengan auténtico miedo. Esto acaba causando ataques de pánico e incluso creando a obsesivos de la limpieza que llegan a tener problemas con su familia y su entorno debido a esta necesidad extrema de controlar todo lo que les rodea y vivir en una burbuja permanente.
Y sin llegar a extremos como la depresión o las obsesiones y fobias, también hay muchas personas que sienten ansiedad, malestar o que notan que están tristes o les cuesta comenzar a llevar una vida normal dentro de las circunstancias de cada momento. Y sienten que un psicólogo puede ayudarles a sobrellevarlo.
Todo esto ha hecho que los profesionales de la psicología hayan visto cómo sus consultas se han llenado de gente en los últimos meses y tengan que hacer absolutos malabares con su agenda para poder atender todas las urgencias que les llegan.