Sofá, manta y película

¿Qué me pasa, doctor? ¿Por qué prefiero quedarme en casa a salir con los amigos? A medida que pasan los años cada vez me interesan más los planes ‘indoor’ frente a los ‘outdoor’. Prefiero quedarme en casa escuchando música a esperar que un pinchadiscos borde me ponga una canción tras 6 ó 7 intentos; prefiero quedarme en casa, cómodo en mi sillón bajo la manta, y ver una película que dejar un riñón en el cine. Y prefiero trastear yo mismo en la cocina a que me sirvan en un restaurante.

‘Bienvenido a la república independiente de mi casa’ decía un famoso slogan publicitario. Pues, en mi caso, no hay nada más acertado. Que a lo mejor es una época que estoy pasando, pero ahora lo prefiero así. ¿Sabéis cuánto cuestan las palomitas en una sala de cine? Pues yo me hago unas palomitas en casa, antes de la película, que están igual de ricas… o más. Dicen que las palomitas de los cines saben de otra manera. Yo creo que se debe a que llevan más sal de la cuenta. A las mías, para darles un toque personal, les echo mantequilla en spray y quedan deliciosas.

Pero es que además de las palomitas, hay más cosas que no me gustan de ir al cine. Soy bastante aficionado a las películas, y está claro que ver una en pantalla grande tiene su atractivo. Pero yo necesitaría alquilar toda la sala para estar solo. No soporto algunas costumbres de otros asistentes. No se trata solo de que hablen en mitad de la película como si estuvieran en el salón de su casa, sino, sobre todo, de esa tendencia incorregible a llegar tarde.

Vale, es verdad que soy una persona un poco obsesiva, y seguro que yo también molesto a otros con alguna de mis costumbres, pero es que no hay día, no hay sesión de cine, en la que empiecen los títulos de crédito y no entren en la sala varios grupos de personas. Siempre he pensando que deberían prohibir la entrada a aquellos que lleguen tarde, que les devuelvan el dinero, si acaso, pero que no entren, que no molesten al resto. Yo, por mi parte, prefiero mis palomitas con mantequilla en spray, en mi salón, y en mi casa. Aquí nadie llega tarde.