Después de un año y medio de batallar con el niño puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que lo más difícil relacionado con un bebé es la fase del sueño. Y eso que el nuestro no ha dormido mal de todo. Conozco casos en mi familia de bebés que se pasan meses sin dormir más de media hora seguida. El nuestro no fue un caso extremo pero hizo de las suyas.
Al principio lo dormía la madre. Ella se encargó de prepararlo todo para que el bebé se encontrara el entorno más relajante posible para dormirse. Buscó Ofertas Artículos de sueño para bebés y compró, entre otras cosas, una lámpara con canciones y un desplegable con muñecos que gira para que el niño lo vea mientras se duerme. Esta lámpara nos sigue acompañando un año y medio más tarde aunque ya le hemos quitado los muñecos: ahora solo usamos la luz y la música.
En los primeros tiempos se dormía bastante bien con la madre y se despertaba unas tres o cuatro veces cada noche. Cuando un niño se despierta suele ser por hambre: se le da de comer y se le duerme otra vez. El problema puede ser que el niño se despierte y no quiera comer… Puede estar poniéndose malo, puede dolerle algo, o tener ganas de fiesta, nunca se sabe.
Cuando mi mujer volvió a trabajar, empecé a entrar yo en juego. Ya le había dormido durante los dos primeros meses en varias ocasiones, pero ahora el niño y yo debíamos entendernos muy bien para que la fase de dormir fuese lo más rápida posible. En la misma tienda donde encontramos Ofertas Artículos de sueño para bebés compramos nuevos juguetes adaptados a su edad.
En la guardería me recomendaron que el bebé debía empezar a dormir solo, sin que yo le ayudara con mi ‘narcótico’ bamboleo… como si fuera fácil. A día de hoy, ya con año y pico, el niño duerme solo… solo a veces. Otras, todavía necesita que yo le eche un cable para coja antes el sueño. Todo un arte el de dormir a un bebé, no hay duda.