La dermatologia medica quirurgica abarca, como especialidad, el estudio, la prevención y el tratamiento de dolencias relacionadas con la piel y con los tejidos inmediatos (mucosas, células subcutáneas, etcétera). Antes de una operación dermoquirúrgica, se recomienda a los pacientes seguir una serie de pautas y consejos por su salud y bienestar.
En primer lugar, es importante informar de las propias alergias e intolerancias al personal sanitario involucrado en la dermocirugía. De este modo, se evitan situaciones de emergencia y conflictos que puedan surgir durante el postoperatorio. De igual forma, se debe comunicar cualquier fármaco o tratamiento que se haya seguido antes de la operación, pues en determinados casos puede generar conflictos con los medicamentos usados como parte de la dermocirugía.
Los afectados deben realizar —si el profesional sanitario así lo considera oportuno— los test cardiológicos necesarios, además de informar sobre si utiliza un marcapasos o está padeciendo problemas de diabetes o los ha padecido en el pasado. Como sucede con otras operaciones quirúrgicas, es importante acudir a la dermocirugía con 2 horas o más de ayudas, realizadas de acuerdo con las prescripciones del personal médico.
Estos preliminares son indispensables para una cirugía dermatológica, procedimiento que consiste en la eliminación con bisturí de tejidos dañados y en la renovación de la piel con ayuda de la cirugía reparadora o reconstructiva. Su finalidad es, en la mayoría de los casos, realzar la estética del paciente o solventar alguna lesión que pueda estar comprometiendo su salud.
En concreto, la dermocirugía está indicada para tratar epiteliomas, melanomas, queratosis seborreica, quistes, lipomas, fibromas, papilomas o verrugas y granos indeseados. Aunque la dermatología parezca a simple vista una ciencia moderna, cabe destacar que griegos y egipcios antiguos como Hipócrates o Cornelio Celso ya estudiaban las patologías de la piel antes del nacimiento de Cristo, nada menos.