Formación especializada

Teresa y yo nos conocimos en la universidad estudiando medicina. Ella es un par de años mayor que yo pero tenemos algunos amigos comunes así que cuando yo entré en la carrera ya empezamos a trabar amistad. A los seis meses empezamos a salir más en serio y aquello duró casi un año: yo cambié Medicina por Magisterio y nos alejamos.

Teresa es una de las personas más eminentes que conozco. Todo el mundo sabe que la carrera de Medicina es complicada, pero Teresa nunca parecía sufrir antes de un examen: era pura vocación. Todo lo contrario que yo que tuve que abandonar la carrera cuando me di cuenta que no era lo que realmente quería.

A pesar de todo, varios años más tarde nuestros caminos se volvieron a cruzar: volvió a prender la chispa y recuperamos la relación. Yo ya estaba estudiando oposiciones para maestro (saqué la plaza ese verano) mientras que ella estaba decidiendo entre diferentes posibilidades. Una de las que más le atraía era una Beca fellowship investigación clínica cancer para completar especializarse en hematología.

Yo sabía que conseguiría lo que se propusiese, pero con un punto de egoísmo no quería que optase por una alternativa que la alejase otra vez de mí. Cuando yo dejé la carrera de Medicina, me fui de Madrid y la distancia terminó por separarnos. Ahora tenía la sensación de que si ella se iba, lo nuestro iba a quedar definitivamente roto.

Y es que Teresa tampoco es perfecta: está tan centrada en su carrera profesional que casi no tiene tiempo para nada más. Desde que la conocía sabía que terminaría investigando el cáncer, algo que ya la obsesionaba desde el principio. Quería contribuir a encontrar la forma de luchar de forma más eficaz contra esta terrible enfermedad: una mente como la suya, no cabe duda, debe estar enfocada a un trabajo con repercusión.

Así que cuando un día me citó en nuestra cafetería de la época de universidad ya me imaginé lo que pasaba: había conseguido la Beca fellowship investigación clínica cancer. Por supuesto, me alegré por ella porque era lo que quería. Pero lo nuestro se acababa: se iba a Houston y ya no volvería.