Productos españoles que fascinan a los guiris

He pasado años viajando como mochilero y con frecuencia he recurrido al “surfeo de sillón” (coach surf) para tener un lugar donde dormir. ¿Qué es eso del coach surf? Básicamente, gente que te ofrece su sofá para pasar la noche, un poco de conversación y si tienes suerte una pequeña cena, a cambio de que tú hagas lo mismo cuando ellos o alguno de sus amigos visite tu región.  Así me he visto con frecuencia haciendo de anfitrión improvisado de “guiris” de todas las nacionalidades y puedo contaros qué productos son los que más les fascinan.
La leche, lo que más les sorprende
He tenido en casa a holandeses y también a algún suizo que estaban convencidos de que no hay leche tan rica como la de sus respectivos países.  Su expresión de sorpresa al probar la rica leche asturiana es como para foto.  “Si, comen hierba de Asturias pero las vacas vienen de mi país” me decía un neerlandés, sin querer dar su brazo a torcer.
El marisco de Galicia, como no
Todos tenemos en la cabeza la típica escena de película americana en la que se plantan un enorme babero de papel para comer langostas casi del tamaño de caballos.  Yo he probado esas langostas yanquis, he tomado ostras en Nueva Orleans (con tanta salsa que ni sabía que estaba comiendo) y vieiras en Francia.  Con todos mis respetos, nada que ver con el marisco gallego.  Así es que les pones unos humildes mejillones de las Rías Baixas, abiertos al vapor con un poco de limón y te hacen palmas con las orejas.
El kalimotxo les parece el invento del siglo
Hablas de bebidas típicas españolas y ¿qué es lo primero que te contestan? Sangría, por supuesto.  “¿Sangría?” – les dices – “Anda, anda. Ahora te preparo un Kalimotxo y te vas a enterar de lo que vale un peine”.  ¿Qué estás en Canadá y el único tinto que tienen es uno chileno de a 30 dolares la botella? Perfecto, cuanto mejor el vino, mejor el calimocho.  Ya el resto de la noche se va en explicarles qué es eso del valor del peine y en conseguir que pronuncien Ca-li-mooooo-cho correctamente.  No me vengáis ahora con lo de si es en realidad un invento español o ya lo hacían los italianos cuando la caída de Roma; la cuestión es que te echas unas risas y que el buen rato pasado compensará la incomodidad del sofá. Que es de lo que se trata.